A menudo decimos o escuchamos la frase: “el tiempo vuela”, “se me
pasó el año tan rápido”, el poeta sabiamente dijo hace ya 4 siglos:
“Ayer
se fue,
Mañana
no ha llegado,
hoy, se
está yendo
sin
pasar un punto.
Soy un
fue,
un será
y un es,
cansado”.
Por eso las personas en todas las civilizaciones inventamos
los calendarios y sus consiguientes fechas.
Estas nos planifican y nos organizan (muy importante en el mundo
funcional y capitalista); hasta nos crean un pasado mítico y así, un hombre que
pasó sin que muchos lo notaran y
murió olvidado, se convierte, por una necesidad de un país, en un personaje al
que todos recordamos en sus fechas importantes, tales como, nacimiento,
bautismo y muerte, fechas que
antes solo recordaba su mami. Por supuesto, no nos olvidemos de las
"santas" victorias militares (aunque los ejércitos, en algunos casos
no sean, precisamente organizados, ni formales, pero esta paradoja es para otro
post); lo importante es que estas fechas, cuando
éramos niños, las esperábamos ansiosos para jugar bajo la lluvia: ¡qué hermosos
los feriados!
Y esto sí tiene sentido, estos momentos de auténtica felicidad son
mojones importantes en la vida de una persona. Cada generación va aportando
alguna innovación y se crea así la cultura. En la época de mi madre se
recordaban mucho las fechas de los santos y de la Iglesia; más adelante se
fueron incorporando otras celebraciones: el día de la raza, el día de los animales,
el día del niño (este
produce mucha felicidad, aunque hay que sacarle el tufillo comercial, pero de
esto debemos encargarnos los mayores); el día de la mujer, el día de la lucha
contra el cáncer y podríamos seguir.
Nosotros nos emocionábamos con los feriados, quien escribe
recuerda hojear el almanaque (con imagen bucólica, nada de chicas en "dos
piezas") en la cocina de Rincón del Bonete a mí solo me importaba saber cuándo
tenía el día libre para jugar. Nuestros hijos también hacían lo mismo y en esos
tiempos en que los años parecían más largos que ahora, otras fechas se sumaron
y en mi casa apareció Halloween.
Sí, Halloween me emociona, es tal vez la fecha en la que más
recuerdo a mi hijo espiritual, Mauri,
es sin lugar a dudas su fiesta favorita, casi tanto como su cumpleaños. Es una
fecha que se incorpora debido al estudio del inglés como lengua extranjera. Es
una fiesta de origen celta, campesino, como muchas otras que la celebran
fundamentalmente en los Estados Unidos.
¿Es foránea? ¿No va con nuestras
tradiciones? Y yo me pregunto ¿qué no es foráneo, si hasta nosotros, muchas veces, lo somos?, ¿no podemos agrandar nuestras
tradiciones agregando una más?, ¿es
demasiado comercial? y …¿hay algo que no lo sea? Los niños comen muchos dulces,
pues, que se laven bien los dientes al sacarse el disfraz.
Hoy en su día, tengo una fuerte presencia de Mauri, me lo imagino
por allí disfrazado, asustando amigos, pidiendo dulces en Punta del Este. Esta
noche cuando los niños toquen a mi puerta voy a ver la manito estirada de Mauri
niño en ellos. Y ya que en la otra dimensión, la espiritual, no hay ni
fechas, ni tiempo, ni
espacio, deseo que Mauri sienta permanentemente la alegría y la emoción que
sentía al salir disfrazado en Halloween ¿Puedes concebir una tradición más
hermosa?
Malena Algorta
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