viernes, 13 de noviembre de 2009

Mauri, Mauri, Mauri: Cambia, todo cambia

En esto de tratar de reandar, entender y buscar un sentido me contacté con una organización ]Renacer, de padres que perdieron sus hijo. Se hacen grupos, la idea es hablar del futuro, no de cosas puntuales, ...yo no se si no soy un tanto recurrente, ...Tienen un Newsletter, y colaboré con:

Cambia, todo cambia.


Somos una familia uruguaya viviendo en México, tenemos 4 hijos y hasta julio del 2007, creíamos que nuestras únicas sacudidas habían sido provocadas por las crisis económicas del cono sur, por las que unos años antes habíamos emigrado a México buscando nuevos horizontes.

Nuestra canción familiar era desde los queridos tiempos de Punta del este, Cambia, (interpretada por Mercedes Sosa) nuestros hijos menores la habían aprendido en la Escuela y solíamos cantarla en el auto, que últimamente había pasado a llamarse: carro. Así que mientras mirábamos las montañas arenosas de San José del cabo, los enormes cactus y el desierto terminando en mar, recordábamos el verde de Uruguay y creíamos que ese había sido nuestro gran cambio.

Mi esposo y yo habíamos comentado varias veces que si bien tuvimos vicisitudes económicas, algo típico en Sudamérica, nuestros hijos eran sanos, ni siquiera podíamos pensar en la enfermedad de alguno, huíamos tácitamente del tema, menos aún pensar en que algo le pasara a Mauri, nuestro tercer hijo, el absolutamente sano, el que nunca se enfermaba de nada, precisamente él era un roble.

En julio de 2007, luego de un posible diagnóstico, una búsqueda de tres minutos en google, nos había cambiado los propósitos inmediatos de nuestra vida, las palabras, tumor, astrocitoma, comenzaron a ser familiares en nuestro vocabulario y repentinamente nos vimos viviendo en un gran hospital, conversando con neurocirujanos y neurólogos casi a diario. Fue nuestro encontronazo con el cáncer. Los hábitos y ocupaciones de ayer, desde los más serios como el trabajo, los presupuestos, nuestros otros hijos, hasta los cotidianos, como el bañarse, comer, lavarse los dientes cambiaron radicalmente. Las sabias palabras de la canción resonaban en mi cabeza. Cambia lo superficial, cambia también lo profundo…cambia todo en este mundo. Todo se trastocaba vertiginosamente mientras se aclaraba el sentido de nuestra vida: apoyar a Maurizio en su lucha por la vida.

En ese último año de vida terrenal, el más difícil sin duda en la vida de Mauri, éste pasó de adolescente vivaz, inteligente chichara chero a valiente, luchador y sabio. Durante casi un año su brillante cerebro quedó prisionero de su inmóvil cuerpo, mientras toda la familia lo rodeábamos, no podíamos comprender por que ocurría esto. Pasó lo que google nos había anticipado (luego más de 20 Doctores, Tanatólogos, Psicólogos) y nosotros en nuestra ansiedad por torcer el destino no quisimos ver, pero Mauri aceptó, realmente logró honrar su vida y parir su muerte asumirla con 14 años, algo que yo casi no me atrevo a pensar, y solo me produce más y más admiración por este compañero, sabio y adolescente, que tuvimos el placer de disfrutar y conocer profundamente.

Pasó aquello que no queríamos pensar, pero ahorita, ¿podemos ser felices nuevamente? La respuesta es, si felices pero, distintos, podemos y debemos,( como nos decían en el liceo : puede y debe..), se lo debemos a él, a su lucha por la vida, a su búsqueda de la felicidad, aún en las peores circunstancias imaginables, aún prisionero en un cuerpo con todas las facultades mentales intactas y sin poder dormir, comer, parpadear, ni respirar naturalmente.

¿Cambiamos? Si claro, profundamente, “como el tiempo con los años, como el pastor su rebaño…” somos más directos y tajantes, nuestro trabajo ya no es el mismo, valoramos el tiempo en forma diferente, la amistad, la solidaridad recibida, nos movió profundamente. No solo sumamos las marchas por la prevención del cáncer en nuestras actividades, algún grupo, alguna lectura, sino que somos diferentes, ya no estamos solos en nuestras vidas, a veces solo a veces, sentimos esa dulce protección de un nuevo compañero.

Somos una familia de 4 hijos, dos veinteañeros enfrentando el mundo, una nieta de dos meses: un sol, un adolescente inteligente y sensible, defensor de pleitos perdidos, más un sabio, compañero inseparable y espiritual. Gracias Mauri por tus enseñanzas, tu valor, tu inspiración y por el sentido que das a nuestras vidas.

No hay comentarios: